La herencia tequilera de la familia Carrera impulsa a La Arandina hacia los mercados internacionales
Arandas, Jalisco. — Entre hornos encendidos y la fragancia del agave cocido, Mauricio Carrera recuerda su infancia. “Aquí crecí, aquí desde los 12 años trabajé con el maestro tequilero”, dice con nostalgia mientras describe las largas jornadas de verano en que, bajo la guía de su abuelo, abonaba los campos de agave. Primero fue cargador de hornos, después encargado del envasado durante cinco años, más tarde del cultivo de millones de agaves. “Juraba que nunca lo iba a hacer, y acabé haciéndolo”, confiesa con una sonrisa.
La historia de la destilería La Arandina es también la de una dinastía. Fundada en 1938 por la abuela de Mauricio, la señora Elena Orendain, la empresa se levantó con disciplina y pasión. Dos décadas de trabajo familiar consolidaron una casa tequilera que hoy mira al mundo con fuerza renovada, sin perder sus raíces.
Actualmente, La Arandina cuenta con 13 hornos de diferentes capacidades, donde se cuecen hasta 600 toneladas de agave. La planta ha retomado con vigor el mercado, elaborando un producto “acorde a los tiempos”, explica su director.
Bajo la marca Tequila Carrera, la empresa exporta a 10 países, entre ellos Estados Unidos, Canadá, Japón, Chile, Colombia, Ecuador y Armenia. El mercado estadounidense es el principal destino, concentrando cerca del 80% del consumo mundial de tequila, aunque América Latina se posiciona como un socio estratégico por su cercanía cultural y entusiasmo hacia esta bebida emblemática.
“Para nosotros es vital conservar los países de habla latina”, asegura Carrera. “Ellos aportan tradición, alegría, fiesta y están acogiendo el tequila de manera impresionante”.
Con casi cuatro millones de agaves cultivados y una visión que combina herencia y modernidad, La Arandina busca mantener viva la esencia del tequila mientras conquista nuevos paladares en el mundo.
