De los tribunales, a los negocios.

Por: Ana Alcaraz

Limpió barcos, trabajó en la corte de La Haya, de la ONU. Pasaba, en cuestión de horas, de las tristezas de la huella del holocausto a la alegría de ser independientes, hizo labor de defensa en tierras bélicas, ahora vive totalmente en el mundo de los negocios. Todas estas historias se encuentran en una sola persona, un ejemplo de mujer que se dio su valía, encontró el equilibrio entre ser mamá y profesionista exitosa, ella es Gabriela Martín Íñiguez.

Gabriela Martín Íñiguez.

Hoy conmemoramos el Día de la Mujer, día de levantar la voz y hacer saber que la equidad e igualdad no están a discusión.

Gaby Martín es la historia perfecta para demostrar que la mujer puede alcanzar sus sueños, e incluso, superarlos. Al escuchar los episodios que ha vivido queda claro que debemos dejar que la vida nos sorprenda.

Pero ya fueron muchas letras… conozcamos de ella.

 Gaby es abogada, su profesión la eligió sin saber que lo hacía.

O sea, ¿cómo?

Sí, cuando era pequeña le llamaba la atención los niños en situación de calle. La tristeza la invadía y quería que sus papás los recogieran.

Ellos le decían que no era así de sencillo, se necesitaba un proceso para hacerlo, que mejor estudiará algo involucrado en esa tarea, y así ponía su “granito de arena” para que hubiera menos niños en esa situación. Lo hizo.

Al terminar sus estudios trabajó en lugares como el Instituto Cabañas y la Barra de Abogados del estado de Jalisco destrabando los procesos legales para facilitar las adopciones de los pequeños.

Se ganó una beca de la UNESCO para estudiar en Israel. Así inició su viaje por tierras del Medio Oriente, sin imaginar que cambiaría su vida de forma radical. Mientras en el ámbito profesional alcanzaba sus sueños, su salud se esfumaba.

La maestría se canceló; sin embargo, decidió permanecer y conseguir trabajo, de hecho consiguió dos. La mitad de la semana laboraba en una institución de derechos humanos de Palestina, y el resto de los días trabajaba en Amnistía Internacional, del lado de Tel Aviv.

“Los lunes y los jueves cambiaba, una parte con una familia palestina y la otra con una familia judía. Me dije: quiero conocer en realidad cómo lo viven, cómo cruzan la frontera todos los días. La familia árabe ve en la tele los bombazos y se fijan en qué pueblo era para saber si era la tía, la abuelita o la mamá, o quién se había muerto.

Cruzar la frontera y llegar a la parte judía, que el mismo día para unos era el día del Holocausto y para otros el Día de la Independencia, unos en el cementerio y otros de fiesta, fue muy fuerte. Yo lloraba un día sí y un día no. Ha sido la experiencia más difícil de mi vida, y la más enriquecedora”.

Ya con su boleto de regreso a México estuvo un mes en Francia, en donde limpió barcos. Francia sería su último lugar de residencia antes de volver; por lo menos eso creía hasta que recibió una llamada que le cambió la vida, (aún más).

El sueño de Gaby era trabajar en la ONU, por lo que año tras año mandó su currículum, sin obtener respuesta. Una tarde de relax en Francia recibió la esperada llamada telefónica por parte de la corte de justicia de la ONU, La Haya, en Holanda.

Solo pasaron dos semanas y ya estaba contratada para la corte internacional de la ex Yugoslavia. El boleto de avión cambió de México a Holanda. Trabajó en el área que llevaba la parte de detenidos: generales, coroneles que participaron en la guerra de Yugoslavia. Ellos eran juzgados por delitos como crímenes de guerra y de lesa humanidad.

Pero ese cambio no fue el último. Al tiempo su salud mermó. El diagnóstico fue espondilitis anquilosante, causado por las temperaturas bajas extremas. La situación lucía más complicada pues terminaría “como una tabla”, de acuerdo con los médicos.

Regresó a México. “Fue un golpe súper fuerte, pero era me sentía tan mal. No es lo mismo que te explique el doctor en tu idioma, que entiendas todo. Sabía que en Holanda no era yo, y tenía que volver a ser yo”, recuerda.

El clima mexicano fue la mejor medicina, y también su vida amorosa.

Gaby, Pablo y Samuel.

EQUILIBRIO

A su regreso de Europa su historia de amor que pausó al irse de viaje, se recuperó. La relación que dejó a punto de iniciar, inició. Se casó con Mauricio, con quien tiene dos hijos, Pablo y Samuel.

Ambos comparten la conciencia del cuidado ambiental, su casa es totalmente sustentable, es un pedazo de naturaleza.

“Tenemos que ser congruentes, una casa con un baño seco que no tire agua limpia que se va a al caño, hay que ser responsable de nuestros residuos, hay que hacer composta, tener calentador solar. A la fecha no tenemos boiler, no tenemos tele, y si no hay sol, pues no hay agua caliente”, ríe.

DIGNIFICAR EL GOBIERNO

Su incorporación a la vida laboral representó otro giro más. Recibió la invitación para trabajar en el Gobierno de Jalisco, idea que no le agradaba del todo. Sintió que era incongruente a sus principios.

“Me dijeron: si la gente buena no le entra a gobierno, y la gente honesta y la gente que quiere cambiar las cosas, va entrar pura gente que lo que quiere es solo sacar dinero. Puedes hacer mucho. Generar empleos es ayudar a una familia que les cambiará la calidad de vida”.

Fue directora general de Atracción de Inversión de la Secretaría de Desarrollo Económico, cuya labor era convencer a los inversionistas a llegar a Jalisco. Su experiencia en el ámbito internacional fue determinante. Esa dependencia concretó cientos de inversiones en esa administración estatal.

Salió del gobierno al recibir la invitación de la firma de Suecia “IKEA”, una de las inversiones captadas en su paso como funcionaria. Estuvo como gerente de Relaciones Gubernamentales y posteriormente como Líder de ventas.

Convivir con la cultura sueca fue otra gran experiencia, por el respeto y la confianza que le tienen a la mujer, porque ellos les recuerdan su verdadero valor.

Por ser un trabajo que le implicaba vivir en CDMX y sus niños estaban en edad preescolar, decidió regresar a Guadalajara en donde fue gerente de Relaciones Públicas de Grupo Prisa.

La vocación de presumir las bondades de Jalisco como destino de inversiones la vuelve a llamar, actualmente es la directora del Centro Logístico de Jalisco, uno de los parques industriales más importantes de la región del Bajío.

Gaby se encuentra en plenitud, un trabajo que la apasiona, da el tiempo que su vida familiar merece  y vive en congruencia. ¡Me di mi valor, y estoy muy feliz! sonríe.

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